En una supuesta sociedad policial, el estado ha conseguido el control total sobre el individuo. No existe siquiera un resquicio para la intimi- dad personal: el sexo es un crimen, las emocio- nes están prohibidas, la adoración al sistema es la condición para seguir vivo. La Policía del Pen- samiento se encargará de torturar hasta la muer- te a los conspiradores, aunque para ello sea ne- cesario acusar a inocentes. Winston y J ulia, a pesar de ser miembros del Partido y sabiendo que el Gran Hermano les vigila, se rebelan con- tra ese poder que se ha adueñado de las con- ciencias de sus conciudadanos. El camino que seguirán se convertirá en un peligroso laberinto hacia un final incierto.
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